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Recupera tu voz

Por Diana Gómez


Es muy probable que hayamos visto o tengamos un teléfono inteligente que pueda reconocer nuestra cara o que se pueda desbloquear a través de la huella dactilar. Tal vez hemos tenido que llamar al banco y para verificar nuestra identidad debemos usar nuestra voz para demostrar quiénes somos. Estos avances tecnológicos se deben a la biometría.


La biometría es una rama dentro del campo de la tecnología y la seguridad que busca medir y analizar características físicas o de comportamiento para verificar la identidad de las personas e incluso de los animales. ¡Qué increíble que nuestro creador nos diseñó con características físicas únicas que nos identifican de entre todos los demás!, y nuestra voz es uno de esos sellos que nos hacen irrepetibles.


Desde un punto de vista fisiológico, la voz es la capacidad de hablar o emitir sonidos, es nuestra habilidad para comunicarnos a través del lenguaje hablado. Además del sonido que producimos, también podríamos decir que nuestra voz comprende la expresión de nuestros pensamientos, sentimientos y necesidades; todos únicos.


Desde un punto de vista vocacional la voz es nuestra vocación, aquello en lo que invertiremos nuestras cualidades y forma única de ser. Esta voz nos ha sido dada por Dios. Sin embargo, algunas personas hemos vivido en contextos que silencian, opacan o suprimen dicha voz. Por ejemplo, algunos estilos de crianza enseñan a los niños que su voz no importa.


Para otros, perder la voz ha sido consecuencia de algún evento traumático o de alguna relación abusiva, o bien, puede tratarse sólo de la amargura y la insatisfacción propia.


Quedarse sin voz puede verse literalmente como no poder emitir las palabras que se desean, pero también puede verse como la incapacidad de expresar opiniones o sentimientos, o como trabajar en algo que no tiene nada que ver con nuestros talentos y habilidades. Ver como un sueño inalcanzable alguna actividad que sabemos que nos llena de vida y nos apasiona.


Perder nuestra voz, será siempre síntoma de que algo no anda bien. Pues esto va en contra de nuestro diseño y nos limita de vivir a plenitud la vida que Dios preparó para nosotros.

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