Por Carla García Blumenkron
Al mirarnos al espejo, ¿qué es lo primero que vemos? La mayoría de nosotros inmediatamente observamos nuestro aspecto físico, es decir, nuestra cara, manos, pies y demás. Todo esto está recubierto de piel, una piel única que nos presenta al mundo y nos permite interactuar con él .
Empaparnos en la lluvia, arroparnos con nuestra frazada favorita, dar un abrazo o ser tomados de la mano, son algunas manifestaciones del tacto y tienen que ver con nuestra piel. Ésta contiene múltiples receptores sensitivos y motores que nos permiten percibir estímulos de temperatura, presión, dolor, movimiento e incluso sonido. En ocasiones, sin necesidad de hablar podemos comunicarnos y acercarnos a otros a través del contacto físico y así fomentar conexión y comunidad, las cuales son vitales.
Nuestra piel expresa también quienes somos, el color que observamos a simple vista puede indicar nuestro origen étnico, nuestras raíces y nacionalidad. Así mismo es un reflejo de nuestra salud, por ejemplo, una coloración amarillenta en la piel puede ser un indicador de un exceso de bilirrubina en la sangre, ocasionado por alguna enfermedad de vías biliares, hígado o riñón, lo cual, en términos médicos se denomina ictericia.